
Las quinceañeras daban gracias de haber nacido...
Yo iba pensando una hora buena para un suicidio...
Me decidí por darme muerte a la madrugada
bajo el slogan: "Sé que la vida no vale nada"...
Un buen amigo me dio un consejo:
"-No duele mucho...
cortar las venas de tu antebrazo con un serrucho-..."
Otro me dijo -¿quieres morir libre de pecado?
muere al estilo Jesucristo: Crucificado.-"
Me fuí arrullando con el veneno de la serpiente...
Hoy soy sólo un feto habitando en el lúgubre útero de la muerte.
(Texto José Quintero)